Descripción arquitectónica del Palacio de Versalles

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Antes de ser la residencia de los reyes Luis XIV, Luis XV y Luis XVI, Versalles fue el pabellón de caza que Nicolas Huaut construyó para Luis XIII. También se edificó un palacio con un jardín a la francesa donde se instaló la corte. Después de la muerte del rey, Ana de Austria asumió la regencia en nombre de su hijo Luis XIV y abandonó las dependencias de Versalles.

Después de su boda con María Teresa de Austria, el rey Luis XIV se estableció en Versalles e instaló allí su residencia oficial. Se llevaron a cabo varios trabajos de construcción para convertir este lugar en el palacio que hoy en día conocemos. Las diferentes obras se fueron realizando en etapas sucesivas. Por ejemplo, la Galería de los Espejos no se construyó hasta 1679, cuando hacía casi veinte años que el Rey Sol se había instalado allí.

La llegada de la arquitectura barroca

Antes de las obras de construcción emprendidas por Luis XIV, el palacio del dominio de Versalles estaba hecho de ladrillo. Ahora bien, el Renacimiento italiano que se desarrolló en los siglos XIV y XV tuvo una gran influencia en el arte francés en los años siguientes. El estilo barroco se caracteriza por las extravagancias en la arquitectura, la literatura y la música. La forma de pensar de la época llevó a los artistas a multiplicar elementos decorativos como las doraduras, los arabescos de estuco, las bóvedas pintadas e incluso el uso de técnicas de trampantojo.

Además, la estructura del palacio gira en torno a la figura del rey. Su cámara está situada justo en el centro del edificio y todo debía organizarse en torno a él. Así, la primera planta está reservada para los Grandes Aposentos del rey, en la zona norte, y de los Grandes Aposentos de la reina, en la zona sur.

Una obra de arte sumamente técnica

A pesar de la clara presencia del estilo barroco, en el conjunto del Palacio de Versalles reina especialmente la armonía gracias a los efectos ópticos. La disposición del palacio es muy geométrica con distorsiones que da una ilusión de armonía perfecta.

El palacio, clasificado como monumento histórico desde 1862, está compuesto por un cuerpo central en el que se encuentran los aposentos. El ala sur alberga la galería de las batallas y la sala de congresos. La capilla del palacio y la ópera real, terminada después de la muerte de Luis XIV, se encuentran en el ala norte. Además de estos edificios, el Palacio de Versalles está estructurado alrededor de patios interiores y exteriores. La Plaza de Armas da la bienvenida a los visitantes para dar una impresión de inmensidad. Hay que imaginar que en los tiempos de los reyes tenían que atravesar este espacio de 300 metros de largo para llegar al Patio de Honor delimitado por su gran verja dorada. Seguidamente se encuentran alineados el Patio Real, el Patio de Mármol, el Patio de los Príncipes (al sur) y el Patio Alto de la Capilla (al norte).

Además, cada parte del palacio cuenta con grandes patios interiores, divididos a su vez en dos más pequeños.

El Palacio de Versalles no ha sido siempre como lo conocemos hoy en día. La sucesión de sus inquilinos ha permitido el acondicionamiento de una arquitectura cada vez más compleja para transformarlo en una residencia real independiente. Los edificios compuestos de su opera real, su propia capilla y sus salones lo convertían en un lugar funcional y eficiente. Gracias al talento de los arquitectos y artesanos, Luis XIV logró crear esta sociedad del placer en la que los cortesanos podían disfrutar de la fastuosidad en cuyo centro se encontraba el Rey Sol.

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