¿Qué hacer en una escala de un día en París?
Si hace escala en París, sería una lástima no aprovechar esas horas y renunciar a conocer la ciudad más visitada del mundo. Ahora bien, ¿cómo puede aprovechar al máximo su día a la parisina?
Resumen
» Llegar al centro de París desde Roissy-Charles de Gaulle
» Llegar al centro de París desde Orly
» Nuestras recomendaciones para visitar París durante su escala
Llegar al centro de París desde el aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle
Llegar al centro de París desde el aeropuerto de Orly
1) Hacer una visita de París en autobús
Recorrer París en un autobús panorámico climatizado le permitirá descubrir la historia de la ciudad y sus monumentos imprescindibles, además de aprovechar los comentarios de la audioguía en el idioma que elija de la forma más cómoda. Uno tras otro aparecerán ante usted la torre Eiffel, la avenida de los Campos Elíseos, el Arco de Triunfo de la plaza de l'Etoile, el Palacio de los Inválidos, los Jardines de Luxemburgo, el museo d'Orsay, la plaza de la Concordia, el Panteón, la catedral de Notre Dame, el museo del Louvre, la Ópera Garnier, la plaza Vendôme…
¿Se queda una noche en París? También tiene la oportunidad de disfrutar de un recorrido por la ciudad para admirar la magia de París de noche. Con la iluminación de sus monumentos y sus puentes, en la ciudad de la luz reina una atmósfera de ensueño. Cada noche, la dama de hierro se engalana con un maravilloso vestido con el que resplandece en colores dorados los cinco primeros minutos de cada hora mientras su faro cubre toda la ciudad. París es mucho más que lo que se aprecia en las postales.
Además, si tiene tiempo suficiente entre sus dos vuelos, ¡no dude en escaparse de la capital! Pero cuidado: en París, el tiempo pasa más rápido que en otros lugares. Si pierde su avión, no podrá decir que no le advertimos.
Con Paris City Vision
Descubra los sitios imprescindibles de París con una visita de la ciudad, tanto de día como de noche, en un autobús de lujo. Dispone de audioguías en once idiomas. Además, le ofrecemos la posibilidad de reservar a última hora.
2) Almuerzo en la torre Eiffel
Símbolo por excelencia de Francia, la torre del arquitecto Gustave Eiffel domina el paisaje parisino desde 1889. Su construcción en dos años, dos meses y cinco días fue un auténtico desafío en cuanto a la dificultad tanto arquitectónica como técnica. Destinada a ser derribada al cabo de 20 años, su tremendo éxito popular y su vocación de convertirse en antena para las primeras retransmisiones radiofónicas salvaron a esta torre de hierro pudelado de su destrucción. Durante la Primera Guerra Mundial, en ella se interceptaron mensajes alemanes. También se creó Radio Tour Eiffel en los años 1920. A pesar de sus 126 años, la gran dama sigue en plena forma y ha conquistado el corazón de los más escépticos.
Disfrute de un almuerzo en la torre Eiffel para descubrir su historia y saborear unos platos exquisitos. La emoción comienza a sentirse ya desde la ascensión por las escaleras o el ascensor. Tenga en cuenta que si en la actualidad el ascensor se considera un elemento habitual, en la época de su inauguración se trataba de un progreso admirable.
En la primera planta, encontrará el 58 Tour Eiffel. Pero ¿por qué esta cifra? En realidad, el restaurante se encuentra a una altura de 57 m del suelo, a los que hay que sumar el metro de altura de los fogones de la cocina. Por la noche, el restaurante adquiere una nueva dimensión: ofrecen cestas de pícnic para disfrutar de una cena realmente original. La descripción perfecta sería la de una cocina exquisita en un ambiente insólito y cálido a la vez.
El restaurante Jules Verne, en cambio, domina la segunda planta de la torre Eiffel. Su ubicación y el nombre marcan la tónica: la dama de hierro, icono reconocido universalmente, y Julio Verne, el visionario romántico. Este lugar le invita a embarcarse en un viaje maravilloso por una experiencia culinaria excepcional. De este modo y en este marco de diseño se combinan la alta cocina francesa contemporánea y una vista de vértigo de la ciudad de la luz.
Disfrute de un almuerzo inolvidable en el 58 Tour Eiffel durante su escala. Esta experiencia única le permitirá combinar la gastronomía francesa y descubrir el símbolo monumental de Francia. Y puesto que se trata de no perder el tiempo, el billete sin colas le permitirá acceder de forma prioritaria a la primera planta antes de sentarse a disfrutar de un «pícnic» en este restaurante del más puro estilo parisino con una decoración chic y de diseño. Posteriormente, podrá recrearse tanto tiempo como quiera en la torre Eiffel. En ese caso, tenga en cuenta que deberá marcharse al menos una hora antes de que su avión despegue.
3) Hacerse de un selfi y delante de la torre Eiffel
¿Quiere compartir esta escala parisina con sus amigos en las redes sociales? ¡Qué mejor forma que haciéndose un selfi y en la torre Eiffel! Efectivamente: si observamos la popularidad de los hashtags y las menciones en Instagram, la torre de Gustave Eiffel es la reina de los selfis. Se trata del destino más compartido por los aficionados de los selfis de todo el mundo, que a veces van equipados con sus palos de selfis.
Estas fotos de uno mismo que se toman alargando el brazo se han convertido en un auténtico fenómeno cultural y pueden hacerse a los pies de la dama de hierro. Si desea otras vistas espectaculares de la torre Eiffel, también puede llevarse su teléfono inteligente a las orillas del Sena, al parque del Campo de Marte o hacer la foto de frente desde los Jardines del Trocadero. Sin embargo, para un selfi realmente original, hágase una foto desde un crucero por el Sena, en el Museo del muelle Branly o incluso desde la Gran Noria cerca del museo del Louvre.
La principal ventaja del selfi es que aunque no disponga de mucho tiempo en su escala, para inmortalizar este momento en un selfi frente a la torre Eiffel puede ir y volver fácilmente del aeropuerto al monumento. De esta forma dejará pasmados a sus conocidos que no imaginaban que su viaje incluyera un tranquilo paseo por esta capital.
4) Visitar el museo del Louvre
El museo del Louvre es uno de los más grandes del mundo. Como tal, está repleto de auténticas obras maestras que despiertan admiración. El tamaño del museo es impresionante: calculamos que harían falta nueve meses para contemplar una a una todas las obras. Se exponen 38 000 obras al público y otras 460 000 se conservan en este museo con una superficie de exposición de 73 000 m².
Las estrellas del Louvre son claramente La Gioconda, la Venus de Milo y también la Victoria de Samotracia, que desde hace poco se vuelve a exhibir al público. El museo alberga otras obras de una riqueza excepcional. Entre las obras más importantes cabe destacar el Código de Hammurabi, los esclavos de Miguel Ángel, La Libertad guiando al pueblo de Delacroix, el diamante conocido como El Regente incluso la maravillosa colección de arte egipcio.
La famosa pirámide de vidrio y el antiguo palacio real albergan obras de ocho departamentos: Antigüedades orientales; Antigüedades egipcias; Antigüedades griegas, etruscas y romanas; Artes del Islam; Objetos de arte; Esculturas; Pinturas y Artes gráficas.
Si es usted un amante del arte, también puede visitar el museo d’Orsay, el Museo del muelle Branly o el centro Georges Pompidou según sus gustos.
El Louvre: Rue de Rivoli, 99. Todos los días de 9:00 a 18:00 menos los martes (visitas nocturnas hasta las 21:45 los miércoles y los viernes).
Consejo: debido a su inmensidad de su riqueza, en el museo del Louvre se puede olvidar muy fácilmente del tiempo. Por lo tanto, le recomendamos que elija solamente el puñado de obras que desee ver para limitar el tiempo y no transformar esta escala cultural en una carrera infernal contrarreloj.
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Gracias a un billete sin colas, podrá acceder de forma prioritaria al museo del Louvre. Un guía le acompañará por las obras más conocidas y le contará sus historias. Descubra los secretos de La Gioconda, la Venus de Milo o de La coronación de Napoleón. Tras el recorrido guiado, podrá visitar libremente el resto de salas del museo o de las exposiciones temporales, tomar algo en la cafetería o hacer compras en la tienda de recuerdos.
5) Asistir por la noche a un espectáculo de cabaret o una obra de teatro
Por la noche, aproveche su visita a París para descubrir uno de los numerosos espectáculos que se celebran por toda la capital. Cuando algunos ya duermen, la ciudad de la luz sigue despierta. Las aves nocturnas siempre han convertido París en una ciudad noctámbula y festiva.
La Belle Époque (desde finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX) significó el nacimiento de los cabarets que alimentaron el espíritu de fiesta y de libertad de la capital. De esta forma proliferaron las salas de teatro. Durante un tiempo, una gran cantidad de cafeterías en las que se celebraban conciertos permitieron derribar las barreras sociales. Este período fue testigo de un verdadero fervor cultural gracias a la influencia de numerosos artistas e intelectuales. En concreto, la colina de Montmartre fue el barrio de referencia para los parisinos de la Belle Époque a los que les gustaba divertirse.
En la actualidad, París cuenta con tres fantásticos cabarets. Heredero de aquella época, uno de los más conocidos de todo el mundo sigue siendo el Moulin Rouge con su aclamado cancán francés. El Lido es otro mítico cabaret situado en los Campos Elíseos. El Crazy Horse, con su «arte del desnudo», recibe a su público a dos pasos de la torre Eiffel.
La noche parisina también ofrece obras de teatro, conciertos, espectáculos de danza, bailes de disfraces en Versalles y otros espectáculos pirotécnicos. De noche aquí no falta nunca la diversión. Como ejemplo de una salida nocturna, puede participar en un gran baile de disfraces con motivo del tercer centenario de la muerte de Luis XIV en el que el palacio de l'Orangerie del palacio de Versalles se convierte por una noche en la sala de baile más elegante, imprevisible y exquisita.
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Elija entre los famosos cabarets y otros espectáculos nocturnos para que su noche en París sea inolvidable. Y recuerde: la noche revela el verdadero París.
Además, la ventaja de la noche es que el tráfico es más fluido que de día. Ello le permitirá sacar más partido de su tiempo entre sus dos vuelos. Aun así, cuente con un margen de seguridad aunque realice sus desplazamientos en taxi para olvidarse de problemas en los traslados.
6) Cenar en un crucero por el Sena
En la ciudad del amor eterno no faltan rincones encantadores en los que compartir momentos agradables en pareja. Uno de los recorridos más bonitos para enamorados sigue siendo un paseo romántico por el Sena. Puede contemplar el sol descender poco a poco por el cielo, deslizándose lentamente entre los monumentos y los edificios parisinos. En una atmósfera de ensueño, las vidrieras le permiten disfrutar por completo de la vista de la ciudad de la luz. Copa de champán en mano, por su mesa desfilarán platos de lo más exquisitos.
París es el Montmartre de Charles Aznavour en La bohème, Aux Champs-Elysées de Joe Dassin, La romance de Paris de Charles Trenet e incluso Mon amant de Saint-Jeande Lucienne Delyle. En una escapada de este tipo (por no llamarla «escalapada») aproveche este cuadro mágico para declarar o reafirmar su amor a su media naranja.
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Disfrute de una velada romántica desde la puesta del sol a bordo de La Marina. El «Menu Découverte» consta de una variedad de entrantes y de postres acompañados de un plato y de un vaso de vino de su elección. Si tiene la suerte de que el tiempo de su escala coincida con esta franja horaria, sin duda esta es la mejor forma de aprovecharla.
7) Pasear a pie por el corazón de París
Para descubrir los tesoros parisinos ocultos, nada mejor que pasear a pie por el corazón de París. ¿Sabía que la torre Eiffel está rodeada de numerosos lugares turísticos imprescindibles? A los pies de la dama de hierro se despliegan el parque del Campo de Marte y los Jardines del Trocadero.
No muy lejos de la torre Eiffel, en la ribera derecha del Sena, también encontrará el Museo del muelle Branly, el complejo del Palacio de los Inválidos y el museo d’Orsay. En la otra parte del río le aguardan el Petit y el Grand Palais, el Jardín de las Tullerías y el museo del Louvre.
También le recomendamos que llegue hasta la Isla de la Cité, con su célebre catedral de Notre Dame. El nacimiento de la capital tuvo lugar en esta isla. En este trozo de tierra rodeado por el Sena late el corazón geográfico e histórico de París.
Finalmente, cualquier escala en París por corta que sea no está completa sin un paseo por los Campos Elíseos y su emblemático Arco de Triunfo. Antes de marcharse, tómese un momento para pasear por esta avenida llena de tiendas de lujo, cafeterías y quienes.
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Anímese a descubrir los secretos de París con un Tour Guiado: Visita de Montmartre.
Un consejo: si no dispone de mucho tiempo, marque los barrios que más le interesen en un mapa antes de perderse por las calles de París.
8) Visitar la catedral de Notre Dame de París
Notre Dame se edificó de 1163 a 1345 en el terreno sobre el que antes se erigían dos iglesias. Sufrió graves daños durante la revolución, aunque Viollet-le-Duc restauró en el siglo XIX gran parte de esta obra maestra de la arquitectura gótica. La catedral fue el escenario de numerosos y grandes eventos, como la coronación de Enrique VI de Inglaterra como rey de Francia en 1431, la coronación de Napoleón por el papa Pío VII e incluso la beatificación en 1909, a la que siguió la canonización en 1920, de Juana de arco.
Lo más representativo de la catedral son sus tres magníficos rosetones. Las vidrieras de la cara norte del crucero permanecen casi intactas desde el siglo XIII, aunque las de 10 m de diámetro que decoran la fachada occidental son las más conocidas. El rosetón oriental, parcialmente oculto por el órgano de casi 8000 tubos, es en realidad el más pequeño de los tres de la catedral.
El conjunto desprende una gran armonía, aunque se pueden percibir detalles asimétricos que se introdujeron para evitar la monotonía.
La entrada a las torres de Notre Dame se realiza por la torre norte. Para llegar hasta arriba del todo, prepárese física y mentalmente para ascender más de 400 escalones en espiral. La visita de las torres también permite acceder a la galería de las quimeras. Encaramadas a la balaustrada de Notre Dame, estas monstruosas criaturas parecen acechar París.
Continúe la ascensión hasta el final. Con sus grandes bocas abiertas para evacuar el agua de la lluvia, las temibles gárgolas le esperan en la parte más alta de la fachada occidental. En este punto, las vistas de las pintorescas calles del Barrio Latino y de la torre Eiffel son espectaculares. También puede admirar la impresionante campana mayor de sonido grave que anunció la liberación de París la noche del 24 de agosto de 1944.
Catedral Notre Dame de París: Explanada de Notre Dame, 6, place de Jean-Paul II. Entrada gratuita todos los días de 8:00 a 18:45 (19:15 los sábados y domingos). Visitas de pago de 10:00 a 17:30 (23:00 los sábados y los domingos; visitas nocturnas en verano).
9) Probar un auténtico croissant parisino
A los parisinos se les conoce por sus famosos cruasanes de mantequilla. Puede comprar este típico bollo parisino en cualquier panadería o bien tomarlo en la terraza de una cafetería.
¿Desea probar un auténtico bollo artesanal? Para reconocer un verdadero croissant de mantequilla, la pregunta que debemos hacer es si es casero o no. Las indicaciones que le ofrecemos le pueden ayudar: un croissant artesano debe tener una bonita forma de luna creciente con los extremos doblados hacia el centro; además, los bollos del expositor no deben ser todos exactamente idénticos.
Benjamin Turquier, panadero del distrito 3, es el ganador del 2015 del concurso del mejor croissant de mantequilla de París. La puntuación del bollo se realiza teniendo en cuenta su brillo, su cocción, su hojaldre y su capacidad para fundirse. Puede probar uno de sus bollos en el 134 de la calle Turenne y en el 59 de la calle Saintonge.
10) Probar una pasta típica (macarrón, pepito, crepe, etc.)
En París podrá degustar numerosas especialidades francesas. Existen pastas típicas parisinas como las milhojas, el Paris-Brest, la tarta Saint Honoré, los puits d'amour o la tarta Ópera, aunque también puede probar los macarrones de Saint-Emilion, el pepito lionés, los canelés bordeleses o las crepes bretonas, por ejemplo.
En la actualidad, la creatividad pastelera no tiene límites. Más allá de los mejores obradores de Francia, un buen número de maestros pasteleros franceses destacan por su originalidad.
La historia de los salones de té parisinos está estrechamente vinculada a la de la casa Ladurée, fundada en 1862. Deguste algunos de sus auténticos dulces y macarrones en una de sus seis pastelerías de París. También podemos encontrar otras maravillas azucaradas en el establecimiento de Pierre Hermé. Sus tiendas miman los paladares de sus clientes parisinos y franceses con diversas y originales delicias. La Pâtisserie des Rêves también se ha convertido en un lugar de encuentro de los más golosos de la capital. Puede elegir sin miedo una de sus versiones reinterpretadas de los clásicos de la pastelería francesa.
Si desea degustar otras especialidades regionales, también puede acudir a una crepería 100 %bretona (calle Charonne, 67). Con sus galettes de trigo sarraceno y sus crepes perfectamente untadas con mantequilla salada, esta modesta crepería está llena de emotivas fotografías de Bretaña.
En definitiva, existen varias panaderías, pastelerías y restaurantes parisinos a los que puede acudir para mimar su paladar.
Equipaje y documentos necesarios:
Para su escala, dispone de consignas para equipaje en el aeropuerto Charles de Gaulle. También puede guardar su equipaje en las principales estaciones de la capital, en el museo del Louvre o en el museo d’Orsay, y dispone además de las consignas urbanas de City-Locker.
Asegúrese también de que dispone de los documentos necesarios para entrar en Francia y que no precisa visado para salir del aeropuerto.