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Por la ciudad de Saint-Malo han pasado grandes figuras de la historia de Francia, como Jacques Cartier, Robert Surcouf o François-René Chateaubriand, que han contribuido a forjar la leyenda de esta ciudad. A solo unas horas de París, el encanto de la vida bretona parece estar más cerca que nunca.

Fortalezas y murallas

Lo primero que se ve al llegar a Saint-Malo es su imponente fortaleza. La ciudadela está bien protegida con sus más de 1700 metros de murallas, declaradas monumento histórico en 1921. La parte de Saint-Malo rodeada por las murallas se conoce como intramuros. En esta zona histórica se encuentra la mayoría de los restaurantes, lugares culturales y tiendas de la ciudad. También se pueden visitar las puertas, el baluarte y la torre Bidouane.

El dique y las playas también encierran sus propios tesoros. Mirad hacia el océano Atlántico y veréis el Fuerte Nacional y las islas de Petit Bé y Grand Bé. En esta última se encuentra la tumba del escritor Chateaubriand, originario de la ciudad. Al recorrer la playa de Sillon, podréis contemplar el mar desde el dique y hacer una parada en las famosas termas de Saint-Malo.

¡Ciudad de marisco, crepes y helados!

En lo que respecta a la gastronomía regional, Saint-Malo representa la región de Bretaña a la perfección. En esta ciudad encontraréis una selección de creperías y marisquerías, así como los deliciosos dulces de mantequilla. Para disfrutar de una buena comida frente a la playa de Sillon, podéis reservar una mesa junto a la ventana en la Brasserie du Sillon, situada en el dique.

También os encantarán los dulces de la Maison Guella, que desde 1920 elabora los famosos caramelos de mantequilla salada bretona y las galletas tradicionales que son el orgullo de la región. No os podréis resistir a los Gwelladous, ideales para untar o picar.

No os podéis ir de la ciudad sin probar los fantásticos helados de Le Sanchez y los Kouign Amann, unos dulces típicos bretones. Pasad también por la Maison du beurre Bordier para disfrutar de una degustación de mantequilla elaborada de forma tradicional que jamás olvidaréis.

Saint-Malo durante la Segunda Guerra Mundial

Dos meses después del desembarco del 6 de junio de 1944, las tropas estadounidenses entraron en Saint-Malo para liberar la ciudad. Una vez controlada la región de Normandía, los soldados aliados se dirigieron a Bretaña para derrotar al ejército alemán presente en Francia desde 1940. Saint-Malo se encuentra a casi 200 kilómetros de Omaha Beach.

La liberación de Saint-Malo

Tras la victoria de los Aliados en la batalla de Normandía, las tropas alemanas iniciaron su retirada hacia Bretaña. La ciudad de Saint-Malo no era inicialmente un objetivo principal teniendo en cuenta su débil guarnición. Sin embargo, el número de soldados alemanes apostados en esta ciudad bretona aumentó hasta alcanzar los 13.000 hombres.

© Flickr / PhotosNormandie

La toma de Saint-Malo y Dinard resultó ser más difícil de lo previsto. La ofensiva de los Aliados del 6 de agosto fue un estrepitoso fracaso. Además de la fuerte guarnición presente en la ciudad, Saint-Malo contaba con una artillería en la isla de Cézembre capaz de atacar a las tropas en tierra. Los soldados estadounidenses lograron entrar en la ciudad el 9 de agosto gracias a la eficacia de los tiros de artillería contra los alemanes. Finalmente, algunas tropas comenzaron a rendirse ante el 330.º regimiento de infantería. Al escasear la munición, los alemanes ya no eran capaces de defenderse.

Una ciudad castigada por el desembarco aliado

La zona de intramuros de Saint-Malo, famosa hoy en día por sus casas medievales y sus murallas, ha sido reconstruida. Gran parte del barrio histórico de la ciudad fue destruido durante los combates. El 6 de agosto de 1944, el ejército estadounidense bombardeó la ciudad de Saint-Malo, cuya reconstrucción duró hasta 1972 con la restauración de la catedral de San Vicente. En el Fuerte Nacional, situado en la bahía de Saint-Malo, también se produjeron daños materiales y varias víctimas entre los habitantes de la ciudad corsaria.

Los vestigios del desembarco

En la ciudad de Aleth, situada junto a Saint-Malo, se refugiaron soldados alemanes que no se rindieron hasta el 17 de agosto de 1944 a pesar de los bombardeos. La fortaleza fue construida en el siglo XVII por iniciativa del marqués de Vauban, que veía en esta zona un peligro para la seguridad de Saint-Malo. Renovada en el siglo XIX para albergar una batería de artillería, no se utiliza desde 1914.

Durante los ataques de los soldados estadounidenses para liberar la ciudad, las tropas alemanas se refugiaron en los búnkeres que se instalaron al comienzo de la ocupación. La antigua fortaleza se ha convertido en la actualidad en un museo con el nombre de Memorial 39-45. Este museo, creado en 1994, repasa la historia de la ciudad de Saint-Malo durante la Segunda Guerra Mundial.

La ciudad de Saint-Malo es una fortaleza natural. Sus islas y penínsulas se han convertido a lo largo de los siglos en fortalezas inexpugnables. ¿Sabíais que nadie ha podido conquistar nunca el Fuerte Nacional?

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