La historia del Monte Saint-Michel
El Monte Saint-Michel y el municipio del Monte Saint-Michel no siempre se han llamado así. El islote, denominado originalmente Monte Tumba y, más tarde, «el Monte Saint-Michel a merced del mar», ha atravesado todas las épocas hasta convertirse actualmente en el tercer lugar más visitado de Francia.
La leyenda de las visiones del obispo de Avranches
San Auberto, obispo de Avranches, fundó el Monte Saint-Michel en el año 708. Después de que el arcángel San Miguel se le apareciera tres veces en sueños, decidió construir un oratorio en honor a este personaje divino. Pero, ¿dónde? El presagio de un toro amarrado al Monte Tumba le anunció la ubicación de lo que sería el Monte Saint-Michel.
Durante la construcción del oratorio, el obispo de Avranches envió a dos canónigos en busca de reliquias de San Miguel. Según se cuenta, trajeron un trozo de su capa roja y un pedazo de mármol sobre el que el arcángel había puesto su pie.
Los tumultos de la Edad Media
Con el paso de los años, la abadía del Monte Saint-Michel se convirtió en un importante lugar de oración y peregrinación. Los monjes benedictinos, que vivían allí desde el año 966, traducían los textos de Aristóteles y las reliquias atraían a fieles en busca de espiritualidad. Sin embargo, su situación estratégica convirtió el lugar en objetivo de ataques. Por esta razón, además de ampliar la abadía, se reforzaron las defensas del islote. Durante una visita, se encontraron vestigios de la Guerra de los Cien Años. En 1204, un grupo de caballeros bretones furiosos arrasaron el lugar bajo la autoridad de Guy de Thouars.
Prisiones en la abadía
Durante el reinado de Luis XI, el islote del Monte Saint-Michel se convirtió en el Alcatraz francés de su época. Transformado en centro penitenciario, este lugar albergó reclusos hasta 1860. Durante la Revolución Francesa se encerraron a los refractarios en los talleres de la abadía-prisión. Cuando se cerró la prisión en el siglo siguiente por un decreto imperial, los 650 prisioneros de Estado fueron trasladados al continente. Victor Hugo, un enamorado del lugar, formó parte de los personajes ilustres que impulsaron su cierre.
La restauración del Monte Saint-Michel
El culto se restauró en 1922, pero las peregrinaciones solo se reanudaron en 1966, durante la celebración del milenario de la abadía. El Estado, propietario del lugar, se encarga de la gestión y de la restauración del Monte Saint-Michel. Los monjes benedictinos volvieron a las salas de oración, pero abandonaron poco a poco la abadía. Los monjes y las hermanas de la Fraternidad Monástica de Jerusalén se instalaron en 2001 y desde entonces organizan celebraciones todos los días.
El Monte Saint-Michel en la actualidad
En 1879 se construyó una carretera-dique para facilitar el acceso de los peregrinos. En la actualidad, se está cuestionando severamente este proyecto debido a la acumulación de arena que causa. En 1983 se puso en marcha el proyecto de restauración del carácter marítimo de la isla. De esta forma, se quitó el aparcamiento y se construyó un acceso sobre pilotes que permite que el agua del mar de La Mancha circule libremente. La antigua carretera se fue destruyendo de forma progresiva.
El reto del siglo XXI es continuar facilitando el acceso de los 3.500.000 visitantes que recorren cada año las callejuelas del islote rocoso. El Monte Saint-Michel y su bahía, declarados monumentos históricos en 1862, figuran desde 1979 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.